Para mí es este Arcángel Gabriel el símbolo mismo del axis mundi. En esta composición puede perfectamente diferenciarse el espacio celeste, el atmosférico y el terrestre, la triple sección del mundo-todo. Arriba, en lo más alto, a modo de estrella polar, muy cerca de Casiopeia, la luz cenital deja filtrar su imperativo cupular de luces arcangélicas victoriosas. En medio, en la zona liminar, habita Gabriel, suspendido del cielo: cauce y conducto de la luz que va almacenando en la caja que corta horizontalmente su urdimbre metálica de camastro. Abre o repliega las alas en un juego suspendido de expiración e inspiración, protegiendo así, en virtud de su corporalidad monumental, la plaza trazada sobre el suelo, en cuyo centro cae, como en forma de plomada, el camastro percibido frontalmente, dejando allí la huella umbría de su presencia protectora.
Y en el suelo queda la base de Gabriel: dos brazos cóncavos que no llegan a cerrarse y que configuran el espacio humano, en forma de plaza, proyección y sombra de los misterios celestes. Gabriel ilumina a esa humanidad que es, de hecho, su proyección en sombras. Y salva el carácter irreal de esa fantasmagoría al integrarla en la forma, sumamente real, del doble angélico del hombre.
Suspendido en "la cruz" de su espacio intermedio, Gabriel acoge los misterios de la luz cenital, los almacena en su gran caja cósmica y proyecta sobre la plaza ágora humana, ese centro del círculo que se adivina como la sombra de una plomada. Y con sus pies las dos formas cóncavas que enmarcan la plaza terrenal.
Eugenio Trías, "Fiesta de la inteligencia y de los sentidos", en Susana Solano, catálogo de la exposición organizada por el Centro de Arte Reina Sofía, Palacio de Velázquez, Madrid, diciembre-febrero de 1993
Arcángel Gabriel - 1989
267 x 273 x 333 cm. Hierro negro y galvanizado
Instalación: Städtisches Museum Abteiberg, Mönchengladbach