Inicios de la mirada. Anotaciones sobre el proceso del trabajo fotográfico Sense (1996)
He observado el fondo de varios mares, la desolación provocada en él por el hombre y también su esplendor. Nubes de pequeños peces de colores en plena sinfonía, aguas profundas, arenosas, corales, algunos con residuos de la civilización… En todos los paisajes marinos, los silencios diferenciados o movimientos turbulentos. En ocasiones, cuando hacia inmersión a pulmón, el sol potenciaba el techo del mar al acariciar la superficie del agua.
Sus cuerpos se mostraban sin la referencia de la cabeza y sin el rostro que hace al hombre reconocible. Quería potenciar el cuerpo como almacén del mundo de la memoria y el tiempo, tanto por la ingratitud del trato que, en mi sociedad, se da hacia las personas mayores, como por un interés por las gentes anónimas.
Al igual que en la balsa, el mar o la piscina, los límites aparecían cuando daba el sol en la superficie del agua o cuando se mezclaba con otros elementos. Así ocurre al nadar a braza, cuando, al entrar y salir, se aprecian las diferentes atmósferas y el cambio en los sonidos.
La misma sensación tuve en el bosque, cuando completaba el trabajo Sense. Tumbada sobre el suelo, con la cámara en movimiento, fotografié el techo formado por las copas de los árboles -el cielo y la luz del sol como límites- oyendo el rumor de los silencios.
Sense - 1993
60,5 x 50,8 cm (unidad)
fotos b/n. papel baritado. Ed.3