Footprints
Marta Llorente Díaz
“Los muebles guardan nuestros objetos, los atesoran. A pesar del recuerdo de movilidad del que habla su nombre, su presencia comparte la inmovilidad de la casa, del edificio. Los muebles residen en esa misma casa, se afincan en sus espacios interiores y son sus habitantes permanentes, testigos del silencio en nuestra ausencia, vigilantes de nuestra intimidad y del curso cotidiano de la vida cuando estamos presentes. Los muebles son verdaderamente íntimos, saben nuestros secretos, acaso nos vigilan, pero también proclaman el estatus social de sus propietarios, explican nuestros gustos y definen vagamente las mil formas en que habitamos el mundo. Hace ya tiempo que los muebles representaban a las familias y a sus linajes, pues antes fueron incluidos en los legados entre generaciones y eran guardados y restaurados. Se mudaban con los propietarios y dejaban una huella de su vacío en las casas abandonadas. Con el tiempo fueron destinados a cumplir simplemente su función y obedecieron, perdiendo sus atributos y ornamentos. Pero han sobrevivido al mismo espíritu lógico que los redujo a su sombra, a su esqueleto, para entrar en el universo del low cost, convirtiéndose en compañeros efímeros de las etapas de la vida, y se han hecho reciclables o absurdos imitadores de otros tiempos, de otras culturas, según sus usuarios a los que siempre siguen. La historia de los muebles es una historia menor que marca el pulso de los grandes acontecimientos. En las casas, los muebles representan los monumentos de la ciudad en miniatura, son memorial y museo, parque y plaza para el reposo, estanques como espejos para contemplar los espacios, almacén y estación de paso entre aposentos.
Susana Solano ha hecho esta serie de muebles en cierto modo recordando todos estos significados ancestrales y, al mismo tiempo, negándolos. Algo de esta historia habita en la propuesta que ahora nos llega. Estos muebles rememoran el peso y la solemnidad de las herencias mientras se ajustan a una construcción futurista. A estos nuevos objetos, su creadora los ha llamado huellas, footprints, por su naturaleza de rastro de memoria al mismo tiempo que por las formas que ha recortado sobre sus volúmenes. Un juego que emparenta con toda su trayectoria como artista: juego de sentidos que hace emergente, incluso para ella misma, los resortes inconscientes de memoria y pensamiento. Ha jugado con la funcionalidad mansa y pacífica de estos residentes del espacio, creando en ellos huecos que invitan a imaginar las utilidades más remotas, o que remiten a la imposibilidad de descubrir utilidad alguna. Literalmente ha dicho que ha ido tomando porciones de un volumen y secuestrando un espacio que podrá ser inútil o útil según quien decida arriesgar a imaginar sus posibilidades, que no son obvias ni aparentes. Les ha dado el ligero elemento de sus ruedas que los muestra dispuestos a trasladarse y a mutar de lugar, pero su volumen absoluto de cuerpo regular, su construcción en acero, los asienta sobre el suelo mientras les obliga a ceder muy poco espacio abierto. Están dotados de las medidas habituales, poniendo sus formas al alcance de la mano, pero obligan a la perplejidad de enfrentarnos a su oferta de espacio. Según sus propias palabras: los ha desvinculado de una acción concreta. La artista que los ha creado mantiene la expectativa de su uso y los imagina como una arquitectura disponible y vacía que espera que alguien complete la acción que ella ha dejado en suspenso. La reflexión sobre lo vacío y lo hueco, sobre la maleza que crece entre las piedras de un muro buscando albergar su estructura, forma parte del juego que ella ha iniciado, pero que no clausura.
En la obra puramente escultórica de Susana Solano, en los objetos que ha creado y que solo piden contemplación, muy rara vez aparece esta opción que invita a complementar el sentido. Volviendo a la idea del mueble, de su larga historia y tradición, podemos pensar que solo traspasando esta frontera entre obra de arte y artefacto con opciones útiles, hemos llegado a un nuevo ser, más próximo a lo cotidiano, a los días a lo largo de los cuales se transforma la vida, mejor asentado en la esfera de la intimidad. Un ser extraño que completa una obra y dialoga con los puros artefactos de su larga e intensa trayectoria de creación artística."
Julio 2015
Footprints nº 1 / nº 2 - 2014
85,5 x 180,5 x 55 cm / 98,5 x 180 x 55 cm
Acero inoxidable satinado