Susana Solano recuerda que visitó Bujedo mucho antes de tener el encargo de intervención.
“Fue interesante” –dice– “porque me permitió una observación libre y total, sin finalidad alguna. Así que lo guardé en mí como parte de una experiencia, que sumaba a tantos otros momentos de características similares.
Cuando R. Pérez Hernando me hizo la propuesta no visité el lugar de nuevo, sólo he trabajado con el registro de mi recuerdo. Tuve que recuperar el espacio vivido con otra intención, para mantenerlo como prioridad con cierta pasión, dinamismo, seducción, obsesión… No sé si el término correcto es registro, tal vez como ocurre con las palabras del pensamiento cuando se ordenan, se dan forma, se cambia el orden, el contenido se simplifica y se altera, pues bien, el proceso que he seguido ha sido próximo a otros trabajos, un zig zag inconsciente.
Así pues, no hay nada nuevo, todo es conocido. Los espacios colectivos; las grandes alturas de los lugares religiosos, las entradas de luz tamizadas por la distancia, la piedra, algo amurallado, los vestigios arqueológicos, la historia.”
La instalación se compone de seis cubetas galvanizadas de 160 x 45 cm. elevadas 10 cm. del suelo, que contienen tierra-arena de las cercanías del Monasterio, removida y sin nivelar, en las que se levantan velas de longitud calculada para que duren encendidas el tiempo en que la iglesia puede visitarse.
Fragmentos y vínculos I es una intervención (obra efímera) para un espacio de mirada amplia y colectiva. Es un guiño respetuoso (no porque fuera para una Abadía), podía haber sido igual para una playa, una plaza, un subterráneo… Una experiencia inmediata del espacio del propio cuerpo, indicio de una memoria común. […] Sostiene Susana Solano que en vez de velas podía haber escogido cualquier otro material. “Podía haber utilizado cualquier elemento, objeto, material de lenguaje aún siendo atrevido. Es un reto creativo y la ocupación de un espacio como la Abadía lo permite con libertad por la desnudez del lugar. Por deformación, una primera idea es el inicio y aún modificada, siempre permanece como punto de partida o inicial”.
Sin embargo, las velas o las lamparillas han estado varias veces presentes en la conformación de sus obras, fundamentalmente en algunas de la serie Meditaciones, de 1993, y en otras de poéticos títulos como Diálogo con los muros o Puerta del olvido. Respecto a Meditaciones nº 9, que a mis ojos guarda una estrecha relación con el proyecto. […] “La vela para mí tiene muchos significados” –cuenta Solano– aunque sí es verdad que es un objeto relacionado o utilizado en muchas religiones, pero la vela y su luz yo las asocio con la oscuridad, la reunión, la intimidad, el poder para comunicarse, distribuirse y verse. […] El conjunto revela un sincretismo de diferentes espiritualidades. “Me dio por ordenar mi espacio habitable” –cuenta–. “Encontré unas carpetas de recortes de prensa, revistas de unos 40 años atrás, me di cuenta de que una gran mayoría por no decir todos hacían referencia al arte japonés y al arte africano, no solo obras u objetos sino también de las personas que habitan en ellos. Allí estaban miradas de lo zen, de los ritos, de lo simplificado, la esencia, la pureza de líneas, el silencio; y del africano, el color, el atrevimiento, los recursos en la creatividad, el brutalismo, lo desconocido.
Mariano Navarro
Mayo 2022
Fragmentos y vínculos I - 2022
55 x 975 x 45 cm
Hierro galvanizado, arena y velas
Monasterio Santa María de Bujedo de Juarros, Burgos